Su obra la reconocemos por lo inquietante de su sentido antropológico-social, que subraya una constante investigación de campo acerca de sus obsesiones temáticas que nos convocan a reflexionar sobre las historias reales y no ficticias de donde provienen los materiales y artefactos que el artista re utiliza para construir esculturas y pinturas.
El trabajo de Zárate, implica concentrarnos en nuestra ausente e inocente preocupación por la gente en situación de calle, presos, narco-menudistas, adictos y sexo servidoras; seres humanos que transitan su realidad desde una forma de vida alejada de los parámetros comunes, en una frontera que alterada por nuestras leyes, los ubica como personajes estigmatizados en terrenos sociales, religiosos y legales.
En el desarrollo de sus obra podemos encontrar la franqueza de un discurso comprometido solo con el escudriño por la esencia de la naturaleza humana estrujada ante las situaciones de la adición, del crimen, del abandono y la supervivencia, desde esos puntos delicados de la humanidad, donde estos seres enfrentan; abuso, corrupción y enfermedad.
Las esculturas, pinturas, dibujos, videos e intervenciones de Zárate, principalmente son creados a partir de materiales textiles y objetos recuperados que traen consigo historias anónimas, que hablan por si mismas de destrucción y despojo, de situaciones a las que el ser humano llega tras ser sacudido por un mundo que por lo menos para ellos ha cerrado sus puertas.
La religión, la moral, lo político y lo legal, son abordados por la obra de este artista desde un pronunciamiento crítico acerca de la correspondencia con el pensamiento actual de nuestra sociedad y sus extensiones institucionales que son las que rigen los lineamientos de nuestro entorno cívico, instancias que bajo su autoridad deforman nuestra perspectiva ante los personajes a los que Zárate le interesa profundizar hacia su calidad humana.
Ante el conjunto de obras que ha realizado este artista, podemos contemplar una interesante señal de preocupación por la problemática social y cultural del otro en una constante fricción acerca de su propio reconocimiento y aceptación ante la situación en la que se desenvuelven estos seres estigmatizados por su forma de vida.
Al contrario de otro tipo de obras las de Zárate no se concentran en crear ficciones o en alimentarse de ellas, se exige la búsqueda de realidades, no fantasea con cambiar los hechos francos a los que remite su obra, sino que se nutre de ellos para transmitir lo desolado, lo abrupto de un contexto despojado de ficciones.
Salvador Cañas
2011
